Los padres se distinguen en autoritarios, sobreprotectores, colegas, manipuladores, los que no van al compás y empáticos.
Se entiende por padre, o padres, a aquellas personan que han engendrado a otra persona, o bien que han adoptado a otra, con la finalidad de criarlas como hijos, siendo esta una definición técnica.
Ya que culturalmente, el término padres, obedece a aquella mujer u hombre, que de una forma u otra, forma parte de la crianza de una persona, desde sus primeros meses de vida, hasta que esta pueda valerse por sí misma, dotándole de alimentos, vestimenta, techo, educación, valores y sentimientos.
El significado de padre, también resulta bastante variable, en la medida que el mismo depende de la concepción de las personas respecto a dicho papel en el hogar; lo cierto es, que dicho rol, resulta uno de los más complejos a desenvolver por una persona a lo largo de su vida, teniendo en cuenta, que guarda la responsabilidad de criar y educar a otro ser humano, para su desarrollo integral y respectiva inserción en la sociedad.
¿Cuáles son los tipos de padres?
Autoritarios
Son modelos de padres que optan por mandar, en vez de criar, es decir, les gusta ejercer un control absoluto sobre sus hijos, presentan las siguientes características:
- No dialogan, siempre tienen la razón, por lo que no son comunicativos con sus hijos, no estableciendo esa confianza para que aquellos le cuenten las cosas.
- Son controladores, por lo general, los hijos no cuentan con privacidad alguna, no pueden tener los gustos, ni las amistades que ellos quieran, ya que todo es escogido por sus padres.
- La fuerza es la razón, ya que no hay dialogo, cuando un hijo se opone, se recurre a la imposición, siendo común en estos hogares toda clase de castigos, desde los morales hasta los físicos.
- Cuando los padres controladores, no establece límites, pueden sus conductas ser muy peligrosas, llegando a colocar en riesgo la vida de sus hijos.
- Cuando los límites son sobrepasados, los hijos crecen con muchas frustraciones, llegando a tener personalidades débiles, carácter poco afianzado, y autoestima muy baja; o por el contrario pueden seguir el patrón de conducta del padre.
Sobreprotectores
Se trata de padres que no dejan a sus hijos vivir su propia vida, por lo general, los protegen de cualquier riesgo potencial, que en muchas ocasiones, ni siquiera existe, sino que solamente es una apreciación de los propios padres.
En todo caso, son personas que justifican a sus hijos, por lo que no delegan ningún tipo de responsabilidad en ellos, algo que verdaderamente, termina convirtiéndolos en personas desadaptadas, o bien con baja autoestima, que no se creen capaces de llevar nada a cabo.
Colega
Aquellos que caen en error de creerse amigos de sus hijos, llegando en la mayoría de los casos, a considerar que pueden estar a la par con ellos, sin duda, una actitud que puede crear una gran cercanía, pero que puede resultar fatal cuando no se colocan los límites debidos, desembocando en aquellos un sentimiento de autoridad, que puede conducir a la falta de respeto, a la intolerancia y a la mala educación.
Manipuladores
Los padres que para conseguir determinada conducta de sus hijos recurren a la premiación o bien al sentimiento de lástima, haciendo que estos hagan lo que ellos quieren, sin saber que están educando un patrón dañino en los mismos, que suelen repetirlo con compañeros y demás personas a su alrededor, por lo general, los hijos se hacen pasar por enfermos, débiles, con el fin de llevar a los otros a que le complazcan.
Los que no van al compás
Ocurre cuando la crianza no es compartida, es decir, cuando se trata de padres separados, que por sus propios problemas, no saben determinar qué es lo mejor para sus hijos, y por estar peleando les cuesta tomar una pequeña decisión sobre la crianza, suele crear sentimientos ambivalentes en los más pequeños, y rechazo hacia la unión familiar.
Empáticos
Aquellos que cuentan con la capacidad para comprender a sus hijos y ponerse en los zapatos de los mismos, establecen lazos comunicativos, saben ejercer la autoridad, y pueden aconsejar cuando es debido.
Reconocen sus errores ante los más pequeños, y saben cómo discutir un asunto con los mismos, sin caer en contemplaciones excesivas ni en mayores detrimentos.