La disnea se clasifica en cuatro estadios.
La disnea no es más que un término popular que se ha establecido para detonar la insuficiencia respiratoria, que es una patología que puede surgir de forma circunstancial, como consecuencia sobrevenida de otra enfermedad o bien como una patología independiente.
Lo cierto es que como su nombre lo indica esta implica una dificultad para respirar, que impide el desarrollo normal de la vida de la persona puesto que dicha insuficiencia afecta de modo general todo el organismo, al impedir que ingrese el oxígeno a los pulmones lo cual conlleva a un estado de deterioro paulatino tanto en los músculos, órganos como en la células.
La prioridad de conocer su clasificación reside en poder abordar dicha enfermedad de forma correcta y con ello prescribir un tratamiento que permita su pronta cura.
Clasificación de Disnea
Clase I.
Considerada como una etapa neutral en la que no se siente ningún tipo de malestar, ni existe limitación alguna, de modo tal que la persona puede llevar a cabo cada una de sus actividades sin sentir ninguna sintomatología de la insuficiencia respiratoria.
Es posible que en esta etapa se presenten eventos aislados donde la persona pueda manifestar ciertas asfixias, pero esto puede corresponder a reacciones frente a los agentes alternos, como es el caso de alergias ante componentes químicos.
Clase II.
En este caso la persona comienza a presentar ciertos síntomas como el cansancio inmediato ante actividades que exigen resistencia mayor, tal es el caso de trabajar todo el día, en el que una persona llegada la tarde, comienza a presentar asfixia.
Es probable que ante los casos de estrés, la persona sienta cierta opresión en el pecho, de modo tal que es apreciable una disminución en la capacidad de respiración; ante esto lo recomendable es mantener un reposo.
Clase III.
En este caso la disnea ya está presente, la persona no puede llevar a cabo actividades físicas, dado que las mismas le ocasionan problemas para respirar, siendo necesario mantenerse en cama.
Es posible el uso de medicamentos en esta etapa, como por igual un estricto control médico, en muchos casos las terapias alternativas han arrogado resultados positivos.
Los síntomas de la disnea se caracterizan por imposibilidad para respirar durante el desempeño de funciones, palpitaciones aceleradas, dolores de cabeza con intensidad, perdida de la concentración y atención.
Ante esto lo recomendable es realizar además de los tratamientos médicos prescritos, llevar a cabo ejercicios de control mental y de ansiedad, donde el paciente pueda regular sus ímpetus en el caso de los eventos de insuficiencia.
Clase IV.
En este caso resulta imposible para el paciente llevar a cabo cualquier actividad de rutina, hasta en el simple reposo el paciente presenta todos los síntomas relativos a la disnea, siendo necesaria la aplicación de oxígeno y retención en cuidados bajo la supervisión médica con el fin de evitar cualquier cuadro crítico, el paciente podrá desenvolverse en un campo de limitaciones solamente por medio de la aplicación de oxigeno constante.